jueves, 6 de mayo de 2010

Sobre la mujer del otro



Sobre la mujer del otro no me queda mas que esquivar la mirada; cuento viejo.
Verla encendida nos encanta aflojar el recuerdo enquistado como ultimo deseo de la autoestima cansada; el impertinente motivo que la luna una vez sospechó de un encuentro fugaz y prohibido, y que consumió nuestras noches, fatales, en la ausencia de aquel perfume que despertó libertad de amor bajo sombras celosas. Muy cierto y que rabia nos da. Aquel que deambula fuera del vínculo carnal permitido sufre la vergüenza de fanatizar a los enamorados. Ridícula forma de encontrar apego en esos embriones sin locura amatoria. Porque nuestras desoladoras conductas aprisionadas en un constante deseo inmediato, reaparece hipnotizante delante de todos los enamorados. Allí nos quedamos clavados como raíces sin riego, reconstituyendo con otros la vieja y permisiva historia que alguna vez sacio todo beso.
Permanecer, así…
con la mujer del amigo,
con la mujer del vecino,
con la mujer del hermano,
con la mujer de cualquiera.

Sobre la mujer del otro…
no me queda mas que esquivar la mirada.
Doblar el pecho y cerrar la mirada.

Profecías de la historia /1



“La era de las postergaciones, de las acciones ineficaces, de las medidas paliativas y desconcertantes, de las dilaciones, esta llegando a su fin. En su lugar, estamos entrando en un periodo de consecuencias”. (Palabras de Winston Churchill al parlamento Británico)