lunes, 2 de agosto de 2010

Contención


Resistí sumisamente el silencio inamovible de la lluvia
La espera de mi corazón hambriento encontró la prudencia correcta
Todas las horas bajo una larga lluvia sentida
La temperatura: un desinteresado roce vecino.
¿Por qué tus manos atadas?
¿Van tus ojos tranquilos, prontos a soñar?
¿Qué deseos te figuran mujer si aun somos esclavos de la soledad?
Duerme tranquila.
Nunca escarbe daño
Si voy por ti…
Sujétame
Estoy temblando a tu olor.