martes, 14 de abril de 2009

Verano de hoy


Verano de hoy.

Una de sus principales abandonos es el respeto con el otro.
Camina ondulante, en lo posible desnuda.
No discrimina edad.
Siente una reputación constante que la llena de orgullo.
Representa un himno que sus semejantes la envidian.
Sus saltos y danzas son como molinos o huracanes a la vista.

Una vez se me acerco.
Me tomo de la mano y me lanzo fuera de la piscina.
--esta como para mi tío: duro- duro—me dijo.
Alarmante.
Como roca volcánica me quede tieso, a segundos de derramar cualquier signo de animalidad depredadora. Me transpiraban las manos. Confieso que perdí la conciencia por un momento, me sentía asqueroso haciendo observaciones o pajeos mentales con una niña de 14 o 15 o menos… ¿puede ser real?
Mi autoestima era huérfana en un zoológico de animales extravagantes, y semejante propuesta—descabellada como sea—había despertado un leve toque de belleza inadvertida que se hizo notar entre las demás chicas que rodearon al momento nuestro dialogo.
--oiga profe…Chi…la mea´ caluga´, gluc gluc. —dijo una de ellas.
Mis abdominales ejercían una enorme atracción en ellas. Como si toda esa imagen telekinetica que consumen estas pendejas de cuerpos esbeltos, brazos de titanes y piernas olímpicas, alimentase sus fatigantes deseos de placer inmediato.
Era feliz, no lo niego.
Me preocupaba la opinión de mis colegas, pero sabía que confiaban en mí.
Respire profundo.
Como el fuego en las antorchas, mis manos se alzaron hasta tocar uno de los eriazos montículos que terminan justo al final de las uñas de los dedos.
Así, en la distancia que alegoriza a un maestro con su alumno, imposibilite algún prejuicio y toda duda de mis intenciones.
Con su tembloroso hombro bajo mi mano (porque fue inevitable apretar con fuerza) reconocía el cinismo de una imagen dudosamente cuestionada.
Yo.
“El moralista”.
Sin que nadie olfateara hambre.
Sin que nadie balbuceara algún sobrenombre.
Yo, seguía siendo el mismo joven simpático con sonrisa estupida que todos estimaban.
¿Alguien podría decir algo?
Evidenciarían su ortodoxa forma de ver la sociedad si lo intentasen.
Mis colegas en su mayoría son jóvenes igual que yo, pero estrechos en su forma de pensar.
¿Cómo hacer invisible al gusano de la duda?
Debía ser astuto e instantáneo a sus formas, ellas no considerarían una machotada de mi parte en otro momento. Tenia que sacar provecho del asunto, si o si.
Pero comenzaron a obstaculizarse aun más mis esperanzas cuando se aproximaron la gran mayoría de sus compañeros de curso.
Todos ellos músculos, todos estaturas y fuegos brillantes en sus ojos. Niños. Seguros de sus vidas. Con su alegría egoísta de siempre, bromeando con apodos, empujones, escupitajos, con innovadoras formas de verbalizar las relaciones humanas entre chillidos…
Todo se torno muy asfixiante.
Quería trascender en alguna de ellas.
Quería estar al menos una ves en los pensamientos pudorosos de mis alumnas mientras mal gastan tiempo en sus recreos.
Quería perfumar los futuros momentos de encuentro regresando a clases.
Sin duda era una oportunidad. Tenia que sorprender con algo.
Improvise una absurda danza pélvica que observaba en pokemones.
Todos muertos de la risa.
Estupido de mi parte.
Comencé a ser aburrido y presentí el abandono de golpe.
Se largaban enredando sus brazos, dispuestos a encontrar mejor diversión en otro punto de encuentro, garabateando al más torpe, punteando a la que tiene mejor “corte”, chuteando basuras entre fantasiosas piruetas deportivas. Todos ellos: proyectando un espectáculo envidiable y digno de imitación.
¿Cómo pude confiar en ellas?
Que absurdo.
No se si mi perversión fue demasiado o infantilismo en creer que una de ellas podría fijar un interés en mi persona, pero de improviso, impidiendo la permanente autocrítica, una de las mas populares se estrello contra mis 31 años de inexperiencia corporal.
Me apretó fuerte contra su pecho.
Se abalanzo en mi cuello y muy cerca del oído me dijo:
--en tres años mas cumplo 18. Ahora deje de cuartearme en los piqueros. Soy entera choriza.
Y como una dicotomía entre lo mencionado y su actitud, se largo meneando su “vapuleado” culo con exagerado arte, esperando quizás que le chiflase como todos lo hacen.
Si.
Se muy bien las intenciones de estas malcriadas pendejas. Quieren enloquecer al ingenuo, al inexperto. Y no me arrepiento de ser grosero, porque nunca he mirado mas haya de lo que la libertad me otorga. Porque nunca he gestado un escándalo en mi carrera y me siento orgulloso de mis principios entre mis pares.
Me zambullí en el caudal de cloro transparente que disfrutaban todos rebosantes.
Sumergido en las profundidades, todas ellas nuevamente.
Salgo a la superficie.
Entregado a las brazas perforantes de una tarde de verano, interrogado por la ambivalencia de mis pensamientos. Dispuesto a querer olvidarlo todo o hacer un relevante diagnostico sobre sexualidad infantil para el regreso a clases.
Digno, me recosté sobre el césped, entregado a perder la memoria de una vez y sonreír en paz.
Volteo sobre mi toalla y…Nuevamente todas ellas. Nuevamente atrevidas insinuando a la clasificación del paisaje.

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